lunes, 20 de abril de 2009
Medicina basada en la Evidencia (Editorial)
La medicina basada en la evidencia representa un paradigma novedoso, aunque no por ello original.De alguna manera, la medicina siempre se construyó sobre los cimientos aportados por la investigación rigurosa.Sin embargo, la dificultad para acceder en tiempo real a los nuevos aportes de la investigación clínica generó cierto divorcio entre investigadores y médicos asistenciales. En efecto, la demora para que un artículo enviado a una revista científica fuera publicado y el tiempo necesario para que esta información apareciese en los libros de texto básico generaba un hiato inaceptable para la actualización.El advenimiento de internet, con la consiguiente aparición de robustas bases de datos y eficaces motores de búsqueda, han permitido el acceso a los nuevos descubrimientos y hallazgos en tiempo casi real.Sin embargo, el flujo de información en la maravillosa autopista de datos que es la web puede, si no se cuenta con un sistema de valoración cualitativa y cuantitativa, degenerar en una suerte de entropía informativa, esto es: en una tendencia al caos y el desorden.Es aquí donde se impone una sistematización de la búsqueda y una lectura crítica de los nuevos aportes. La medicina que se basa en la evidencia no es otra cosa más que eso, en esencia. ¡Y nada menos!Puede decirse, sin faltar a la verdad, que la MBE deja atrás el paradigma de la medicina basada en la opinión y en la heurística que el DRAE define como un recurso poco científico o riguroso para buscar solución a los problemas. Ya no cabe una medicina al tanteo o, hablando en discurso epistemológico, una metodología a prueba y error. La imagen del experto que, al lado del lecho del enfermo, huele a acetona y hace diagnóstico de cetoacidosis diabética o que ingresa en la sala y ya sabe que un enfermo tiene una hemorragia digestiva por el olor ¿inconfundible? de la melena queda definitivamente perimida y fuera de sintonía con el aquí y ahora del saber médico.Ya no existe, como diría Borges, el arquetipo esplendoroso del médico sabio que asombra a sus acólitos con un diagnóstico de certeza ante un hecho que el antiguo paradigma llamaría patognomónico. No. Ni existen evidencias patognomónicas ni tampoco es razonable un juicio categórico que sólo se base en la experiencia, por mucha y autorizada que ésta sea.Podría decirse que no existe un experto sino varios médicos bien formados que procuran encontrar la experta respuesta. Y así vista, así entendida y concebida la medicina, es probable que haya que diagnosticar en dos tiempos; es claro, y salvo los diagnósticos de emergencia (por otra parte, muy pocos en medicina), el diagnóstico requiere de una búsqueda exhaustiva y metódica, de una investigación de la investigación, de un análisis del análisis, de una lectura crítica y suspicaz de lo publicado, de foros de discusión e intercambio entre colegas buscadores de la verdad…Sí, permítaseme decirlo, esta nueva forma de entender la medicina es más plural y menos singular, es más democrática y menos autoritaria. Se funda en la premisa de que todos, en científica colaboración, podemos más que nosotros solos. Y se cumple así aquello que pregonaban los gestálticos en el sentido de que el todo es mucho más que la sumatoria algebraica de las partes.¿Acaso quiere decir esto que se pierde el respeto por la experiencia y la intuición…, aquello que los legos llamaban con reverencia y admiración ‘el ojo clínico’? De ninguna manera, con una salvedad o diferencia: la opinión del experto es importantísima, pero no definitiva; debe servir como punto de partida y orientación para la búsqueda rigurosa de la mejor evidencia que sustente un diagnóstico aproximadamente definitivo.Y esto último es bastante importante porque no hay diagnósticos de certeza a toda prueba. Pero sí existe la aproximación más rigurosa. Y es aquí donde hacen una entrada muy respetable la epidemiología, la estadística y las ciencias matemáticas. En efecto, volviendo al aquí y el ahora, una prueba certera o un diagnóstico serio deben pasar por el tamiz de las ciencias exactas.Ahora bien: ¿Significa esto que la medicina se convierte en una ciencia dura? En realidad, esta pregunta está mal formulada porque orienta a una dicotomización de las ciencias. Las exactas, por un lado; las socio-humanísticas, por el otro. Pero sí se puede aproximar una respuesta evitando caer en una dialéctica reduccionista: en el aquí y el ahora (locución que he usado deliberadamente demasiado) todas las ciencias evolucionan en dirección a la exactitud. Basta entender los aportes de Noam Chomsky a la gramática y la lingüística para corroborar la afirmación de renglones arriba. Agrega también el aporte de Steven Pinker quien, desde la psicología moderna, ha revolucionado el entendimiento del ‘órgano mental’ como un sistema de módulos computacionales. Sí, hasta una oración (acaso un paradigma de las Letras mal enfocada como ciencia blanda) puede traducirse en un algoritmo matemáticamente formulado. Porque todas las ciencias, y esta debe ser la respuesta provisoria, son o serán ciencias duras.Y esto no atenta contra la ética y la humanidad con que tales ciencias resulten aplicadas. Si la ciencia del conocimiento es cada vez más exacta (o matemática), resulta que la aplicación de estas disciplinas formuladas por el hombre y para el hombre es –y debe ser– cada vez más humana.De modo que no hay contradicción ni enfrentamiento entre opuestos. Hay, sí, campos semánticos diferentes: la disciplina científica es dura, pero la aplicación no debe ni puede dejar de lado al hombre entendido siempre como el crisol de afectos y razones.Y la Medicina Basada en la Evidencia tiene clara esta idea. En efecto, sus postulados sugieren un sólido basamento en un trípode constituido por la experiencia, la rigurosidad en procura de la mejor evidencia y las preferencias del paciente.En este espacio se procura publicar las evidencias más robustas que aproximen una respuesta a las preguntas mejor formuladas. Porque, sí, todo empieza con la duda y la pregunta. Duda descartiana y pregunta que, muy lejos de ser una atribución del ignorante, constituyen el punto de partida sensato y humilde de una mente orientada a la búsqueda de la verdad.Además, y en consonancia con las ideas ya esbozadas, se procura con vehemencia una participación en foros de intercambio que son una suerte de ateneo virtual.Y, quién sabe, tal vez así pueda cumplirse la sentencia de Juan, el evangelista que, parafraseando a Cristo, escribió que “la verdad nos hará libres”.Rodolfo S Morello MD
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